Me resulta gracioso que habiendo palpado tantas imágenes vívidas de personas, aún falten tantas... he encontrado, en mi corto recorrido un sinnúmero de personas muy singulares.
Aquel señor que con 90 años tiene el ánimo y apetito de uno de 70 (lo que es mucho decir). Ha recorrido el mundo, conoce todos los países (al menos los más accesibles), y con una memoria exquisita detalla los paisajes y culturas de cada una de sus paradas, no solo por tierras extranjeras, sino por la vida.
Una amiga hiperactiva, que a mis 9 años me acompañó en la aventura más grande que he tenido: huir de la casa. Quien a pesar de la distancia y los años, quien a pesar de haberse extraviado entre la multitud, de alguna asombrosa manera logró regresar a mi. Y con seguridad afirmo, que permanecerá siempre. Simplemente porque la quiero.
Los amores frustrados; ilusiones depositadas en otros, decepciones, y asuntos similares que se recopilan mas bien en una sola imagen, cuya representación es el fracaso amoroso. Pero no importa, porque un solo personaje supo opacar a ese enjambre de desencantos, y definitivamente el solo pensarlo me hace feliz, el saberme cómplice de lo nuestro, me hace feliz... el saber que puedo dar y recibir felicidad al mismo grado es lo que me importa, nada más, nadie más.
Un hada madrina, (sin perseguir un tono infantil), un hada madrina del Siglo XXI, que creyó en mi cuando ni siquiera yo conocía mis cualidades, que me dio la oportunidad cuando muchas puertas no sólo estuvieron cerradas, sino que ni si quiera tenían cerraduras, eran, mejor dicho, paredes. Esa persona que me abrió las puertas de su hogar, que me brindó la más cálida amistad, que se supo convertir en la única a quien jamás le negaré un favor, un afecto o sencillamente mi compañía.
Otra es una señora enferma del alma, presa de su pasado, envenenada por una traición. Quien no supo perdonarse ni perdonar a la vida. A la cual, a pesar de los constantes momentos desagradables, aprendí a respetar, aprendí a comprender el por qué la vida a puro cincelar forja persona con carácteres tan adversos y difíciles. Pero cada quien lleva consigo una carga emocional, unos salen airosos, pero otros, terminan enterrados por ella.
Deseando resumir lo mejor posible, está la persona más importante de mi vida, de quien diré solamente, que es la responsable de que en mi se albergue la fantasía de saberla inmortal. Pues no me creo con la entereza necesaria para afrontar su ausencia.
Y existe un último personaje que aún no conozco por completo, no posee color definido, y representa una escasa parte de un rompecabezas interno... quizá algún día lo defina como yo, quien escribe estas líneas.
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