viernes, 31 de mayo de 2019

Nostalgia a destiempo.

Mario se encontraba sentado a orillas de la cama, tratando de no importunarla. Ella permanecía de igual manera con la vista al frente. La ventana de la habitación estaba abierta y desde ella se escuchaban los murmullos de las indescifrables conversaciones de los transeúntes.

-Sabes, estaba recordando cuando nos conocimos. Musitó ella y él sonrió.
-¿Qué recuerdas?, ¿algo en específico?
-No, solo acontecimientos sueltos.
-Espero que sean acontecimientos sueltos buenos. Le respondió en tono inquisitivo.

Ella, con un divertido semblante le contestó que en seis años de relación había mucho de donde escoger. Posteriormente Mario se unió a ella en la remembranza de lo vivido y mientras lo hacía sintió un dolor muy profundo porque era consciente de lo mucho que la amaba y de que irremediablemente le era imposible vivir sin ella.

Su charla se vio interrumpida por un toque en la puerta. -¡Adelante!, ella vociferó lo más fuerte que pudo. De inmediato, una enfermera de rostro apacible se acercó a la cama, le hizo unas preguntas rutinarias, verificó su expediente y la medicó. Luego de esto se retiró volviendo a dejarlos a solas. Ella se recostó aturdida y le dijo que debería irse a casa a comer y tomar una ducha ya que su madre estaba por llegar. Mario asintió con ojos acuosos mientras la observaba detenidamente, vio que su piel ya era de un tono pálido amarillento, había perdido el rubor de sus mejillas y sus labios estaban resecos.

Mientras se incorporaba y recogía sus cosas, detuvo la mirada en el pañuelo que ella tenía en la cabeza, el cual intentaba disfrazar las secuelas de su ya inútil tratamiento. Mario se despidió de ella con un suave beso, a sabiendas de que no quedaban muchos. Con la incertidumbre de que ese fuese el último.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.