viernes, 3 de febrero de 2017

Manías y hábitos.

Me resulta imposible abandonar una lectura, aunque se torne repetitiva y predecible considero una falta de voluntad reprochable el hecho de dejar a medias un libro. En reiteradas ocasiones las últimas páginas me han regalados gratos finales.

En las mañanas suelo beber una taza grande de café pero nunca vuelvo a tomar café en la tarde...

Debido a la fobia que he desarrollado hacia las cucarachas, no existe, sobre esta tierra, fuerza capaz de hacer que yo duerma con las ventanas abiertas. Siempre me surge el miedo de que pueda entrar una volando. Porque de eso estamos todos hechos, de fobias, miedos y paranoias, en muchas ocasiones, sin sentido.

Me encanta hablar sola, tengo una tendencia muy marcada a plantearme situaciones y conversaciones imaginarias. Pero de esa, estoy muy segura, no soy la única.

Me comentaron una vez sobre alguien que solo hace fila en las cajas de los supermercados cuya numeración sea par. También de otro que realizaba operaciones matemáticas con todas las secuencias de números que veía.

A mi mamá por ejemplo, le obsesionan los perfumes y a diferencia de mi, los guarda en su caja, colocados estratégicamente donde no les de la luz del sol ya que luego de numerosas pruebas, llegó a la conclusión de que el sol afecta su esencia.

Y no sé, quizás exista alguien por ahí que no utilice ropa interior negra los viernes, o que coloque todos los frascos con las etiquetas al revés. Alguien que sin importar la ocasión solo gradúe el volumen de la radio al nivel 33.

Somos raros todos de alguna u otra forma, aunque seamos parte de esta tribu llamada humanidad, la naturaleza busca distintas formas de hacernos diferenciar, por lo que considero, que esas pequeñas manías que a veces no notamos, son unas de sus herramientas predilectas.


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