Sola.

Los sábados me parecen eternos, como si se compactan varios días en uno, y me siento sola. Mi casa se transforma en un confuso laberinto donde doy vueltas sin rumbo. Intento hacer planes pero ya todos tienen actividades que no incluyen mi presencia.

Me siento sola porque a quien anhelo a mi lado se encuentra viviendo en paralelo, feliz y sin mí. Ningún libro, película o canción parece ser suficiente, ni siquiera mi mascota da abasto para aplacar esta absurda soledad.

Y no es que lo sienta únicamente en este instante, creo que mi soledad es una acumulación de soledades previas, una resignación que contradictoriamente desespera. Y aunque no sea superficial, existe una herida, la cual hace que me sienta sola.

Es una lástima que tal palabra no sea tomada con la formalidad que amerita, porque sentirse solo significa reconocer que nadie está pensando en ti, que nadie se está fijando en tu existencia, es como si no existieras, y si no existes es porque estás muerto. Por lo que afirmaría, que sentirse solo a la vez es sentirse muerto.